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  le Fotografie algo de Cinematógrafo
de Lina Job Wertmuller
 
 

La troupe cinematográfica es una familia, un pelotón de soldados que va al asalto, un grupo de aventureros en busca de emociones… argonáutas a la caza del vellocino de oro. El tesoro, el vellocino de oro, son imágenes. Y en la historia con imágenes que es la película, hay un narrador de las aventuras que es el fotógrafo de plató. Quien piense que se trata de un oficio fácil, se equivoca. En la aparente confusión del plató, donde todos están ocupados en sus respectivas tareas para completar lo mejor posible la trágica ecuación: tiempo, dinero, calidad, el fotógrafo de plató, que tiene que documentar todo el proceso de elaboración, tiene que tener muchísimas cualidades. Tiene que convertirse en una especie de duende. Saber infiltrarse en las redes estrechas del grupo de cámaras, de dirección, de dirección de iluminación, encontrándose en el punto de vista de la cámara de cine, para tener la misma imagen de encuadre, todo ello sin interferir en el delicado trabajo del grupo. Por tanto una buena preparación atlética: digo esto porque a veces tiene que trepar por una escalera, reptar por el suelo como una culebra, y saber moverse en sincronía con los movimientos de la máquina, sin turbar mínimamente el delicado equilibrio de la escena, la tensión de los actores y de los técnicos, el círculo mágico de la dirección en relación con la concentración del trabajo de actuación, siempre atento a la hora de captar los momentos clave del desarrollo de la acción.
Durante mis treinta y cuatro películas he echado miles de veces, con amigables palabrotas y amenazas incluso físicas, al omnipresente fotógrafo que se había colocado bajo la cámara que es exactamente el sitio del director.
Además de esto él tiene que fotografiar el plató, y todo el movimiento del trabajo de la troupe, sin dejarse escapar los eventuales momentos épicos: peleas, amores, desnudos y cabreos descomunales.
Además su trabajo ha de superar el control de la dirección y de los actores, dos categorías éstas de pelmazos reconocidos . En resumidas cuentas, no es un trabajo fácil, es trabajo de batalla.
Yo he tenido suerte. En muchas de mis películas he tenido buenísimos fotógrafos.
Tonino Benedetti ha sido el más importante para mí . Más pelirrojo que un escocés, ojos verdes y un alma de poeta, ha sido uno de los fotógrafos de plató más grande de nuestro cine.
No podré olvidar nunca su desesperación, durante el rodaje de “Insólita aventura de verano”, cuando pasando de una barca a otra, una ola anómala le tiró al agua sus máquinas fotográficas. Todos se lanzaron al agua para recuperarlas. Pero las recuperaron inútilmante, el agua salobre las dejó inutilizables.
Tonino lloraba como un nino.

 
     
 

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